Terapia de Pareja

El egoismo no consiste en vivir como nos gusta, sino en exigir que los demás vivan como nos gusta.
Oscar Wilde, dramaturgo (1854-1900)

No es sencillo decir cómo “debe de ser” una relación de pareja, para considerarla fundamentalmente “funcional”; en estos días la diversidad se ha permeado tanto y tan constructivamente en nuestros esquemas, que es tan posible pensar en relaciones compuestas por un hombre mayor y una mujer joven o viceversa, o por dos mujeres de contextos culturales distintos, o por dos hombres profesionistas de ramos distintos, y etcétera; de igual modo, hay relaciones de pareja donde un integrante de la relación vive en la Ciudad de México y el otro en Beijín, o donde cada cual tiene sus propios hijos de relaciones anteriores, e incluso parejas en cuyos planes no está el matrimonio.

Y no te estoy mencionando las ¿parejas?, ¿triejas? poliamorosas de tres personas o tal vez más.

Todas ellas, y muchas, más son estilos de hacer pareja que efectivamente funcionan.

En el tiempo de nuestros abuelos, la sociedad nos exigía hacer pareja para generar hijos y educarlos para integrarse en la sociedad, si esta regla no quedaba convenientemente satisfecha se miraba con suspicacia a los integrantes de la relación; en la actualidad las cosas han cambiado, hoy uno de nuestros mayores problemas sociales es de carácter demográfico y ese objetivo ha dejado de ser relevante.

Lo que hoy importa, es la calidad de la relación por encima de su función y el bienestar de quienes la integran por encima de la opinión de los que están fuera.

En la Terapia de pareja el objetivo a primera instancia es reconocer esas reglas por las que la relación se organiza y que fueron determinadas por quienes participan en ella a partir de la convivencia mutua; posteriormente se busca identificar con qué recursos cuenta la relación y cuáles de ellos no están siendo explotados de forma oportuna.

Es mediante esta mecánica que parejas distantes o con problemas de comunicación, con violencia de por medio, en conflictos con la familia del otro (o la otra), o a punto de finalizar la relación, encuentran en las sesiones de terapia el escenario idóneo para reestructurar su propia dinámica y afrontar estos retos con los que dan pie a nueva manera de relacionarse.

La función del terapeuta es acompañar a los integrantes de la relación durante esta búsqueda a lo largo de sus fortalezas, para recabar las herramientas que les permitan estrechar su vínculo mutuo y forjar un proyecto de pareja compartido. El terapeuta es a la vez mediador y voz de otras perspectivas.  Juntos, la pareja y el terapeuta diseñan nuevas posibilidades para la relación.

Entrar en Terapia de pareja en realidad no es garantía de que la relación va a preservarse, a veces las parejas que inician este proceso descubren que el camino más adecuado es el de la separación, pero aún en este caso, la terapia contribuye a que la separación sea cordial y no una dolorosa ruptura que deje a dos personas heridas y enfrentadas de por vida.

Si tienes ganas de abundar más en este tema, aquí encontrarás algunos textos acerca del bienestar emocional de la pareja.