Lo mismo que los hombres, las mujeres definen quienes son a partir de sus perspectivas individuales, de sus relaciones con los y las demás, y de los grupos sociales a los que pertenecen, para vincular sus identidades con atributos específicos tanto de sus propios cuerpos, como del lugar que cada una de ellas ocupa en la sociedad y del conjunto de creencias, mitos y expectativas que han aprendido acerca de sí mismas o que de manera autónoma han construido a lo largo de sus experiencias de vida.

Así y con tantas variables interviniendo en la manera en que una mujer define quién es, es que se desarrolla una manera de ser mujer… por cada mujer que se identifique como tal. Esto es que tantas mujeres hay en el mundo, como formas de ser mujer existen en el preciso instante en que escribo esto.
Por eso, en lo abstracto queda bien hablar de “la feminidad” para expresar un atributo humano, pero en la práctica no queda de otra que hablar de “las feminidades”, porque cada mujer individualmente constituye y se vive a sí misma desde una feminidad personal que está hecha a la medida de sus propias expectativas y opiniones que mantiene acerca de ella.
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