Relaciones de pareja

Extramarital

Qué feo esta eso de ser la otra… o el otro.

Mira que terminar siendo definida / definido, más como un accidente circunstancial, que por la persona que inevitablemente eres, sin lugar a dudas es una violencia que arremete contra el autoconcepto de cualquiera.

Creo que hoy en día las relaciones extramaritales están más vigentes que nunca; por una parte porque ellos se suman más prestigio social, mientras más amores simultáneos acumulen en tanto que se sepan organizar… y por otra parte porque ellas ya se hartaron de quedarse nada más mirando, y han decidido ponerse al corriente en el sutil arte de pintar el cuerno.

¿Quiénes son más infieles?, hoy las estadísticas entre hombres y mujeres son tan cercanas, que las diferencias entre unas y otros no llegan a ser significativas… así que no alcanzan para darse baños de pureza.

Sin embargo es claro que a las mujeres no les aplaudimos tener su casa chica, capilla, capillita y sucursales aledañas, como se lo celebramos a los hombres.

El problema de la infidelidad no reside en los convencionalismos ni en el modo tradicional de estar en pareja. La bronca real está en los acuerdos: si una pareja logra negociar satisfactoriamente el formato de “fidelidad” que van a seguir, no está bien romperlo.

No es por ser puristas, o porque las relaciones extramaritales sean intrínsecamente malas, pero cuando los integrantes de una relación han establecido un acuerdo, este pacto entre dos necesita ser respetado… o renegociado las veces que sea necesarias.

Pero hacemos promesas por compromiso que no pensamos cumplir… o cedemos nuestra parte de la negociación para evitarnos conflictos a corto plazo… o imponemos por encima de la otra parte de la pareja la satisfacción de nuestras propias necesidades… y entonces los acuerdos que deberían darle forma y estabilidad a la relación, la terminan intoxicando.

Una relación que se rompe, suele ser el producto de una cadena de acuerdos rotos.

El reto es de purita asertividad. ¿Porqué te comprometiste a algo que no pensabas cumplir?, ¿cuánta importancia le das a los acuerdos?, ¿eres alguien que sabe honrar su palabra y reconoces el poder que tiene lo que dices?, ¿sabes tomarte en serio?

La asertividad da los recursos para que podamos construir confianza, y solamente cuando hay confianza, se puede afirmar que hay una relación. No hay más.

Es simple: esa relación toma la forma que los acuerdos le van dando, pero estos no están grabados en roca. Tú cambias con el paso del tiempo, yo también lo hago, y lo mismo cambia el contexto que nos envuelve; por eso es necesario revisar los acuerdos sobre la marcha y actualizarlos continuamente para que se mantengan vigentes y las negociaciones caducas no se vuelvan una tiranía invisible.

Hay que hablar.

Siempre tendremos la oportunidad de cambiar de opinión, renegociar, ajustarnos… renovar o repensar los acuerdos, pero en pareja: juntos. Por eso no hay excusas frente a un acuerdo roto, hay solo una profunda falta de asertividad y una decisión unilateral a expensas del otro… o de la otra.

Finalmente, el romper los acuerdos de fidelidad es una decisión personal que alguien toma… pero de la que al menos tres personas pagan el costo.

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