Existen dos palabras que definen el curso de tu vida, cada una tiene dos letras nada más, y sin embargo son las más difíciles de decir.

Son: “no” y “si”.
Decir “no” a alguien más, es tan complicado como entender la física cuántica, y decirnos “si” a nuestra propia persona, no es para nada más sencillo.
¿Me doy un descanso? No¡!, ya descansaré cuando me muera.
Oye, ¿cuando acabes te encargo mi chamba? Si, claro, con gusto.
¿Voy al médico o le compro ese suéter? Ay, no!, le hace mucha emoción estrenar.
¿Te vas a comer eso? Ah, este… no, adelante.
¿Me permito el riesgo de hacer algo distinto? Huy, no! ¿Qué dirán si fracaso?
Por eso, la forma que tiene tu vida, es consecuencia de cómo has distribuido los “no” y los “si”. ¿En serio lo has hecho adecuadamente? Te van a ocurrir muy pocas cosas buenas si no te permites decirte “si”, y te van a pasar muchas cosas desagradables si no te das permiso de decirnos que “no”.
Elige sabiamente, porque al final eres tú quien vivirá las consecuencias.
Eso es todo.