En la psicología clínica y la psiquiatría, hemos observado un aumento significativo en los casos de ansiedad y depresión. Esto ha sido, en parte, consecuencia de la pandemia, que ha dejado cicatrices emocionales profundas y no del todo curadas. Durante la cuarentena, muchos enfrentaron miedos y preocupaciones que, aunque no completamente resueltos, siguen afectando la salud mental de las personas.
Además, los eventos globales han incrementado la incertidumbre y el estrés, lo que ha contribuido a esta “nueva epidemia” de ansiedad.
La ansiedad no solo se manifiesta de forma directa, sino que también se infiltra en las relaciones interpersonales, entre los vínculos del trabajo y la vida cotidiana. Este estado constante de alerta y tensión es comparable a la humedad que se filtra por las grietas de un edificio al que va deteriorando, o en este caso, afectando todos los aspectos de nuestra vida.
La sociedad del cansancio
Uno de los filósofos contemporáneos que mejor ha descrito esta condición es Byung-Chul Han, en su obra “La sociedad del cansancio”. Han, plantea que vivimos en una sociedad que nos exige productividad y rendimiento constantes, confundiendo el desarrollo humano con la máxima productividad. Este contexto genera una neurosis colectiva donde las personas se sienten constantemente presionadas a alcanzar metas y estándares inhumanamente sostenibles. Esta presión perpetua no solo lleva al agotamiento físico, sino también a una ansiedad crónica y debilitante.
En esta sociedad del rendimiento, el fracaso no es una opción. Sin embargo, la realidad es que estos estándares inalcanzables son impuestos por sistemas sociales y mercadotécnicos que promueven ideales de perfección y éxito en beneficio de las corporaciones y no de las personas. Este entorno genera una presión constante que alimenta la ansiedad, ya que las personas se sienten siempre en deuda con sus propias expectativas y las de la sociedad.
La influencia de las redes sociales y los medios
Las redes sociales y los medios de comunicación también juegan un papel crucial en el aumento de la ansiedad. Estos medios presentan constantemente imágenes y narrativas de éxito, belleza y perfección que son imposibles de alcanzar para la mayoría de las personas. La comparación constante con estos ideales inalcanzables no solo mina la autoestima, sino que también incrementa la sensación de inadecuación y ansiedad.
Además, la exposición constante a noticias y eventos violentos a través de internet, contribuye a un estado de alerta y tensión constante. Aunque no experimentamos esta violencia de manera directa, la exposición indirecta desde una pantalla puede tener efectos emocionales y psicológicos significativos. Este tipo de violencia simbólica / emocional puede ser tan dañina como la violencia directa, ya que genera un estado continuo de estrés y ansiedad al que le llamamos “trauma vicario”.
Estrategias para gestionar la ansiedad
A pesar de estos desafíos, existen estrategias que podemos adoptar para gestionar la ansiedad de manera efectiva. Una de las más fundamentales es el desarrollo de buenos hábitos: los hábitos no solo son operativos para la productividad, sino que también fortalecen nuestra capacidad para manejar nuestras emociones. La procrastinación, por ejemplo, es un hábito que puede alimentar la ansiedad al evitar enfrentar los problemas y responsabilidades.
Otro aspecto crucial es la práctica del mindfulness y la respiración consciente. La respiración profunda y pausada puede tener un efecto calmante en el sistema nervioso, ayudando a reducir la ansiedad. Practicar técnicas de respiración de manera regular, incluso cuando no estamos ansiosos, puede prepararnos mejor para manejar los episodios de ansiedad cuando ocurren.

El ejercicio físico también juega un papel vital en la gestión de la ansiedad. La actividad física regular ayuda a equilibrar los neurotransmisores en el cerebro, mejorando el estado de ánimo y reduciendo el estrés. Además, el ejercicio puede mejorar la calidad del sueño, lo cual es esencial para mantener una buena salud mental.
La importancia del apoyo social
El apoyo social es otra herramienta esencial en la lucha contra la ansiedad: hablar y compartir nuestras preocupaciones con amigos, familiares o terapeutas puede proporcionar un alivio significativo. La sensación de no estar solos y de tener a alguien con quien contar puede reducir considerablemente la carga emocional.
Además, es importante reconocer y aceptar nuestras limitaciones para el momento en que hemos de pedir apoyo y ayuda; pero contrariamente, la falsa modestia y la negación de nuestros logros pueden alimentar la ansiedad al eventualmente, hacernos sentir insuficientes. Reconocer nuestras fortalezas y logros, y entender que no siempre podemos cumplir con todos los estándares impuestos por la sociedad, puede ayudarnos a reducir la tensión emocional y la ansiedad.
La ansiedad en grupos vulnerables
Es crucial también abordar la ansiedad desde una perspectiva de equidad. Los grupos vulnerables y las minorías sociales a menudo experimentan un estrés colectivo debido a la falta de espacios para habitar, la falta de reconocimiento y la discriminación. La ansiedad en estos grupos puede ser más intensa debido a la presión adicional de no formar parte de los discursos hegemónicos de la sociedad.
Por ejemplo, las personas no binarias que luchan por el reconocimiento de sus pronombres pueden experimentar una ansiedad constante debido a la falta de aceptación y respeto.La gente trans, las personas migrantes, las personas que provienen de pueblos indígenas, etcétera Es fundamental que como sociedad trabajemos hacia la inclusión y el reconocimiento de todas las identidades, para reducir el estrés y la ansiedad en estos grupos.
La ansiedad y el perfeccionismo
El perfeccionismo suma otro factor importante que contribuye a la ansiedad. La obsesión con los detalles y la búsqueda de la perfección en todo lo que hacemos puede ser agotadora y estresante. Este perfeccionismo a menudo se ve alimentado por la comparación con los demás, ya sea en nuestra comunidad inmediata o a nivel global gracias a las redes sociales.
Para combatir el perfeccionismo, es importante aprender a soltar algunas de estas exigencias y aceptar la imperfección como parte de la vida. Esto no solo reduce la ansiedad, sino que también nos permite disfrutar más de la vida y de nuestras experiencias cotidianas.
El papel de la filosofía y la terapia
La filosofía y la terapia cognitivo-conductual (TCC) pueden proporcionar herramientas útiles para gestionar la ansiedad. El estoicismo, por ejemplo, nos enseña a no sucumbir a nuestras pasiones y a gestionar nuestras emociones de manera racional. Este enfoque puede ser particularmente útil para manejar la ansiedad, ya que nos ayuda a centrarnos en lo que podemos controlar y a aceptar lo que no podemos cambiar.
La TCC, por su parte, se centra en cambiar los patrones de pensamiento negativos que contribuyen a la ansiedad. Al identificar y desafiar estos pensamientos, podemos reducir su impacto y aprender a responder de manera más saludable a las situaciones estresantes.
Conclusión
La ansiedad es un problema complejo y multifacético que requiere un enfoque holístico para su gestión. Desde el desarrollo de buenos hábitos y la práctica del mindfulness, hasta el ejercicio físico y el apoyo social, hay múltiples estrategias que podemos adoptar para mantener la ansiedad bajo control.
Es fundamental reconocer que la sociedad en la que vivimos a menudo contribuye a nuestra ansiedad, ya sea a través de los estándares inalcanzables que nos impone o la constante exposición a la violencia simbólica y las expectativas de perfección. Al entender estas dinámicas y trabajar para cambiarlas, podemos crear un entorno más saludable y menos ansioso para todos.
Finalmente, es importante recordar que la ansiedad no es algo que podamos eliminar por completo de nuestras vidas. Sin embargo, con las herramientas adecuadas y el apoyo necesario, podemos aprender a gestionarla de manera efectiva y vivir vidas más plenas y satisfactorias. La clave está en la conciencia, la aceptación y la acción proactiva para enfrentar nuestros miedos y desafíos de manera constructiva.
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