Cuando hablas con la gente acerca de si en sus casas “saben” (acerca de su orientación sexual), una gran proporción de tus interlocutores te responderán que sí, que obviamente: “bueno, yo no les he dicho; pero son mis papás… claro que saben ya”, suelen agregar. Aquí es de donde llega la invitación a hablar de los mitos del clóset.

Para tu familia, especialmente cuando compartes un techo con ellos, será evidente que hace ya algunos años que no te ven con una novia, o si eres mujer, que lo mismo llevas tiempo sin un novio. Notan que eso no pareciera molestarte particularmente. Entonces comienzan a elaborar sus conjeturas; muy pocas veces te lo van a preguntar directamente. Las conjeturas pueden ser: “es que es muy madura para los chavitos de su edad”, “es que se ha aplicado tanto a sus estudios/trabajo, que ni tiempo le queda para andar de novio”, etcétera.
La negación familiar y la sceptación de la homosexualidad
La cosa sería distinta si se tratara de alguien externo a la familia, cuya sospecha podría conducir directamente a una conjetura sobre su orientación sexual. Piensa ¿mal? de las o los demás, y acertarás; dicen por ahí.
Cuando en cambio, se trata de un familiar cercano, aunque las evidencias apunten a que es gay, la familia suele resistirse a llegar a esa conclusión, buscando explicaciones más tranquilizadoras que no les hagan afrontar una transición hacia un posible conflicto: aceptar que un ser querido es homosexual, implica un proceso doloroso de aceptación, donde deben dejar ir las expectativas que tenían, como tener nietos, una nuera o yerno, y etcétera.
Cuando dejas ver un “estilo de vida gay” frente a tus padres, ellos no necesariamente llegarán directamente a la conclusión de que la bendición es gay, pues aunque lo sospechen, se convencerán de que la razón es otra. La situación cambiará cuando él o ella hable con ellos y les comparta su realidad, iniciando entonces el proceso de aceptación familiar.
Eldesafío de salir del clóset
Para que alguien diga a sus padres que es gay, tiene que atreverse a hacerlo, y no es fácil. En el hogar, escuchamos comentarios homofóbicos, bromas, críticas y grandes descalificaciones respecto a eventos como el Día del Orgullo. Nada de esto es raro, porque nuestra cultura promueve rechazar grupos y colectivos que consideramos ajenos a nosotros.
Acerca de la sexualidad es disidentes, como la homosexualidad por ejemplo, es fácil establecer un rechazo en abstracto, aunque la cosa sea muy distinta hacia personas cercanas.
Cada vez más, encontramos casos donde un joven de una familia que rechazaba la homosexualidad, al contarles sobre su orientación, encuentra en esa misma familia, la aceptación y un genuino esfuerzo por comprender, en lugar del rechazo previsto.
Insisto, no es lo mismo rechazar algo abstracto que rechazar a alguien cercano. Por eso, es falso que las actitudes familiares hacia la homosexualidad sean un indicativo del grado de aceptación de tu orientación sexual.
La vida después del clóset
Mucho se habla sobre salir del clóset como la manera de aceptar tu sexualidad y responsabilizarte de tu orientación. Sin embargo, salir del clóset no es un evento único; es un estilo de vida. Una vez que te abres con tus padres, tendrás la posibilidad de abrirte con tus amigos, compañeros de trabajo, y cada nueva persona que conozcas.
Salir del clóset es una sucesión de elecciones personales.
No es necesario contarle a todo el mundo sobre tu orientación para ser congruente; en esto, la diplomacia es clave. Salir del clóset es una decisión que depende de evaluar lo que se gana y se pierde en cada contexto y situación.
Se trata de tu información, y es información sensible, así que serás tú quien elija cuándo, dónde, y a quién se la compartes.
La importancia de la libertad personal
Mantenerse en el clóset no es inherentemente malo o bueno; es una situación que puede ser conveniente para mantener el bienestar social de personas gay o trans, el bienestar de quienes viven con VIH, y un prolongado etcétera. El único modo de saber si quedarse en el clóset es un error, es cuando te sientes emocionalmente mal, en encierro y con tu libertad coartada.
Si sientes la necesidad de expresarlo, hazlo y arriésgate; comienza con las personas con quienes tengas mayor confianza como alguna amiga o quizá tu hermano, y toma mayor confianza para eventualmente compartir esto con quien este hagan sentir mayor nervio.
Amigo ese obsequio que le hacemos a los que consideramos confiables para compartir nuestra condición, no siempre es valorado positivamente; por experiencia propia te puedo asegurar que si bien algunas amistades se hacen más intimas también te puedo decir que otras igualmente se alejan y para siempre. Las relaciones humanas son complejas, como tú mismo dices hay que evaluar que tanto se pierde o se gana al compartir ese "secreto" con otros. Gracias por este blog. Tus escritos me han ayudado a aclarar muchas cosas que suelo tener pendiente. Abrazos.