Seguramente has escuchado esta eterna discrepancia: ¿la felicidad es un lugar al que se llega, o una manera de viajar?, es más, ¿la felicidad es posible, o solo un producto de mercadeo que nada más le funciona a un montón de publicistas que van detrás tu dinero?

Ya sabes: la felicidad ¿meta o mito?
Todo depende a quién le preguntes. Por ejemplo, si vas con este concepto al fundamento genético de nuestra fisiología, descubrirás que no hay ser humano que esté destinado a ser feliz, básicamente porque a nuestros organismos lo que le interesa es el bienestar de la especie en completo, no de los individuos aislados.
De este modo, tienes en tu sistema límbico una fuente inagotable de flagelación e infelicidad: tu amígdala, que se lo pasa muy bien rastreando las mil y un razones para agobiarte, estresarte y conseguir que te pares de pestañas.
Así pues, a nivel de predestinación orgánica, la felicidad es más bien un mito que a tus genes cero les preocupa. Ellos solo quieren reproducirse, aunque en el proceso lo pases fatal. Pero ¿quién les explica que nuestra especie está haciendo mucho más que simplemente sobrevivir?
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