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Barbie y el feminismo

Lo primero que hay que decir acerca de esta película, es la coincidencia de que su fecha de estreno con la de Oppenheimer, y el modo en que extraoficialmente, las dos publicidades se mezclaron para generar decenas de memes en referencia al “Barbenheimer”; producto de esto, el equipo de ambas producciones aparecieron en medios recomendaddo al público ir a ver la otra película.

Barbie corre a cargo de Greta Gerwig, quien también dirigió Ladybeard y Mujercitas, entre otras, y ha declarado que de la mano de Netflix, continuará dedicándose a los Blockbuster, empezando por Narnia.

Greta, de 39 años, ha mostrado sólidas opiniones acerca de la feminidad a lo largo de su carrera fílmica, y Barbie no iba a ser la excepción; si embargo, para muchos críticos, el argumento feminista en esta película es oportuno y bien conducido.

La película inicia con icónicas imágenes que fueron tomadas del archivo de la Odisea de Kubrick, donde unas niñas juegan con muñecas, hasta que de pronto se manifiesta como un monolito, una Barbie gigante que les enseña que no tienen que jugar eternamente a ser mamás. Una de las niñas toma su muñeca bebé, y la lanza alto al firmamento, dando inicio a la evolución de Barbie.

Margot Robbie luce estupenda en el protagónico, expresando una plástica corporal que imita la rigidez de una muñeca a la que apenas recientemente, le han puesto articulaciones decentes.

Contemplar el mundo de Barbie y la forma en la que se relaciona con sus amigas, el modo en que empieza el día, y el lugar donde vive, evocan perfectamente la manera en la que cuando niñas y niños, jugabamos con muñecos. Este arranque del guión desata las reminiscencias de cuando teníamos una Barbie en las manos, un Ken o un Max Steel, PlayMobils tal vez; y los movíamos en el aire a través del área de juego, interactuando con los otros juguetes para contarnos el guión de la aventura en turno.

Recuerda lo que Barbie era en tu infancia, porque ese será el punto de partida para desarrollar la película.

El mundo de Barbie es un conjunto de escenarios que imitan a detalle, las casas que Mattel ha vendido en las últimas décadas; y para la producción de estos escenarios tamaño persona, agotaron todo el color rosa fluorescente de Rosco, la empresa que provee de pintura y materiales a la industria del entretenimiento.

Aquí en Barbieland, los puestos interesantes están ocupados por mujeres: una presidenta, mujeres policías, mujeres médico, enfermeras, guarda vidas y etcétera, todas ellas son Barbie. Mientras los Ken están de adorno, no sabemos donde viven y parece que al guión tampoco le interesa; su relación con las Barbies, es como el que tendrían ellas con cualquier mascota genérica.

El conflicto inicia cuando la Barbie Prime, la Barbie estereotipo que no tiene ninguna profesión en particular, se formula preguntas existenciales acerca de su lugar y relevancia en el mundo. Es a partir de ese momento, cuando las cosas empiezan a fallar, y su normalidad habitual comienza a fragmentarse, para dar pie a las premisas que son el eje que guía a la película.

La comedia hace digerible el tren de cuestionamientos, que a partir del segundo acto no se detienen; todo empieza replanteando la relevancia de la muñeca Barbie en la cultura Pop, sigue con el lugar de las mujeres en nuestro mundo, luego topa con la equidad de género, las necesidades emocionales del hombre patriarcal, y finalmente, la muerte y lo que hace humana a una persona. O sea, sin comedia, esto sería una tesis existencial digna de presentarse en el Festival de Cine de Morelia.

Los planteamientos suelen ser orgánicos, mediante la interacción entre protagonistas y personajes secundarios; pero sólo en algunas ocasiones se vuelve algo expositivo, que resuelven mediante monólogos que están a nada de romper la cuarta pared y dirigirse aleccionadores hacia la gente en sus butacas.

Hay de hecho, un monólogo acerca de lo que es ser mujer en nuestra sociedad actual, que bien vale la pena escucharlo con atención, argumento por argumento.

Mi escena favorita, ocurre cuando Barbie voltea hacia una mujer en una parada de autobús, y le dice “eres hermosa”; y la respuesta que la mujer le da, es simple, pero determinante para dar arranque al segundo acto.

Todo muy bien, sin embargo me parece que la película trata de convencernos de que desde el principio, Barbie fue una muñeca destinada a empoderar a las mujeres; y yo honestamente, lo dudo. Creo que en la actualidad, pretenden darle ese enfoque a su línea de juguetes, intentando mostrar que las niñas pueden ser lo que ellas quieran, aunque ya en este momento son suficientes para aceptarse y quererse ellas mismas.

Eso está muy bien, y podemos jugar a que esa fue siempre la intención, y seguir comprando Barbies, que ahora resulta, alimentan la perspectiva feminista.

La película expone que un mundo liderado por mujeres sería un mundo de paz y concordia, y que este mundo real es violento y caótico porque está liderado por hombres. Creo que falta desarrollar un poco más el argumento, para finalmente romper la dicotomía del “si los hombres o las mujeres”, porque soy partidario de que la solución al problema, radica en la integración entre los sexos: una sinergia de equidad y colaboración.

Sin embargo, no podemos dejar de lado que, aún de forma sutil, Barbieland no está planteada como una utopía materializada en rosa, sino efectivamente como una distopia en espejo de nuestra propia realidad.

La directora a través del guión, expone que el machismo patriarcal proviene de la necesidad del hombre por definirse a través de la mujer, y que la relación de abuso hacia las mujeres va a detenerse, cuando los hombres construyamos una identidad desde nosotros mismos y para nosotros mismos; es decir, cuando Ken pueda ser “Ken” sin necesidad de Barbie. Sólo en ese momento, Ken va a realizarse.

No lo sé, me parece una idea incompleta, pero vale la pena que tú le eches un ojo, para hacer tu propio lectura.

Barbie es una excelente producción y va a generar muchas conversaciones constructivas; no está dedicada a los y las niñas que están siendo, sino a las y los que ya lo fuimos, y que vamos a encontrar en nuestra nostalgia, las bases para acompañar las reflexiones que Greta Gerwig hará a lo largo de la película.

No es una producción antihombres (pero posiblemente, si anti – sistema), no encierra un feminismo tóxico, y tiene unos momentos de claridad que te invitan eficientemente a cuestionarte algunos aspectos profundos en tu forma de ser mujer o en tu forma de ser hombre. Y si eliges apagar el cerebro y simplemente reírte con los litros de pintura rosa fluorescente y los gags absurdos que decoran la película, también es perfectamente válido.

Algo del mensaje de la directora, habrá de colarse sin embargo.

Para Gerwig, el malo de la película no son los hombres, aunque construye mediante las múltiples variantes de Ken, una caricatura de masculinidad con la que efectivamente juega; pero también incluye un Allan del que no hace mofa, y una tercera forma de masculinidades a través de los empleados y el director de la propia Mattel; tres estilos de masculinidad fársica sobre los que pone el foco, para precisamente, no dirigir sus cuestionamientos de género contra los hombres que pagaron su boleto y miran desde las butacas.

El malo de la película es el sistema de género que hemos construído y al que mantenemos, que no solamente hace víctima a las mujeres, sino también a los hombres, y por eso hay que cambiarlo; ya se trate de nuestro mundo real, o de Barbieland.

Quizá el mayor mérito de esta producción, será haber abordado el feminismo en términos simples y llevaderos, a partir de sus nociones más básicas, para que a quien le haya resonado, pueda continuar haciéndose preguntas y generando pequeños cambios en su vida.

Ya veremos cómo envejece su mensaje.

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