Inteligencia Emocional, Vida Estratégica

Afrontando la procrastinación

Procrastinar. Acción y efecto de postergar las tareas a realizar.

En un enunciado, el concepto quedaría como: “yo procrastino” o “él procrastina”, “ellas procrastinan” y “vosotros procrastinaréis” …en algún momento, porque la procrastinación es más un dilema social, que una debilidad de la personalidad.

Así que en materia de procrastinación, el que no cae, tarde o temprano resbala.

Hoy en día se habla mucho de este fenómeno, tanto porque estamos envueltos por un sistema altamente preocupado por la productividad; como porque efectivamente, la procrastinación está impidiendo que muchas personas alcancemos nuestros objetivos individuales.

Nos envuelven cotidianamente tantos distractores, que cada vez es más complicado enfocar nuestra atención.

Hay que agarrar el toro por los cuernos y plantearnos estrategias de sobrevivencia anti – procrastinación, si no queremos ahogarnos en un desencanto sostenido por no materializar jamás nuestros planes. El concepto en peligro es “autoeficiencia”: ¿qué tan segura o seguro estás de que puedes concretar lo que te propones? Si tu fuerza de voluntad es víctima consuetudinaria de la procrastinación, entonces probablemente, esa certeza de ser eficiente en tus proyectos, puede andar bastante flaca.

No existe una solita, infalible y única solución contra la procrastinación. La clave está en explorar personalmente lo que me / te lleva a dejarlo todo para luego… o para jamás, si somos realistas, e implementar estrategias que nos aproximen a la solución. Ensaya distintas alternativas hasta encontrar tu propia solución. Por ejemplo:

Si es correcto que la procrastinación surge por el montón de estímulos a tu alrededor que constantemente secuestran tu atención, entonces tienes alguna de dos opciones: reduce los estímulos a tu alrededor para que tu fuerza de voluntad no tenga que obligarse a ir una y otra vez a la tarea que debes realizar (y quizá esto implique acondicionar tu espacio de trabajo para eliminar las tentaciones); o bien, incluye la distracción en el proceso de realizar la tarea, dando un tiempo para enfocarte en lo que debes de hacer y otro para dispersarte platicando, haciendo scrolling en Facebook o lo que te apetezca, que tal 30 minutos de trabajo intenso y 10 de distracción, 30 más de trabajo, 10 de distracción, 30… así hasta concluir.

Otra opción es dividir la tarea en partes, no siempre tienes que terminar el trabajo completo de una sentada.

Así que evalúa el proceso y divídelo en fases, empieza hoy con el primer cacho, mañana sigues con el otro y así. Frecuentemente la procrastinación surge de pretender hacerlo todo bien, bonito y de buenas, cuando funciona mejor realizar el trabajo en tus términos y de un modo amigable a tus necesidades.

Esto implica considerar que: organizarte para realizar la tarea, antes de empezar a hacerla, es el primer paso para finalizarla. Antes de que acabe el día, date unos minutos para organizar cómo vas a hacerlo; y ahora si, empieza mañana.

¿Sucede que no puedes empezar la tarea porque tu atención está instaladísima en pasar el nivel 983 de tu videojuego favorito? Ok, probablemente eso solamente me sucede a mi. Pero si también te pasa un poquito, entonces puede funcionar hacer un contrato contigo donde te comprometes a premiarte en cuanto hayas terminado una parte del trabajo que tienes pendiente. Te despegas de lo que te resulta tan placentero, vas… trabajas un poco (que te fatigue tantito para que valga la pena), y luego te premias con esa actividad que te gusta. Una vez hecho tal cual, repite las veces necesarias.

En ocasiones, el problema es que la tarea que tienes que realizar, no te hace sentido. Entonces no hay motivación para llevarla a cabo. ¿Has considerado que igual y podrías dejarla en paz y renunciar a algo que no tienes ganas de hacer?

Ok, esta es la salida fácil y no siempre resulta la más prudente. Si la tarea que tienes que realizar, carece de sentido para ti, vale la pena que te detengas a reflexionar los beneficios que obtendrías al llevarla a cabo: ¿qué oportunidades lograrás al concluir esta tarea?, ¿cuánto te van a pagar y para que utilizarás el dinero que obtendrás al realizar esta tarea?, ¿cómo te vas a sentir respecto a ti y a tu poder de autoeficiencia, cuando te des cuenta de que concluiste una tarea que no te era sencilla? Toma nota de esto por escrito, para que lo tengas bien presente y alimente tu motivación.

Otra opción es simple: ¡hackéate! Es en serio, agárrate en curva.

La idea es simple: identifica en cuál momento del día vas a tener 10 minutos muertos, y en ese momento haz todo cuanto puedas avanzar respecto a tu pendiente y cuando el rango de tiempo concluya, tu te detienes así dejes a la mitad una palabra, un mensaje o lo que sea. Piensa que si avanzas 10 minutos diarios, avanzarás mucho más que si vas de 0 minutos al día. Esta idea es de los japoneses, que ya sabes cómo son, quienes te plantean la regla del minuto, que a veces tiene sus variantes de 2, 5 o 10 minutos.

Ahora que, si eres de las personas que les gusta trabajar bajo presión, ponte una fecha de entrega imaginaria que sea suficientemente previa al verdadero deadline, por ejemplo: “concluir antes de que empiece el fin de semana”, “terminar antes de la noche en la que vas a salir con tus amigos”, o bien, “acabar antes de que empiece la nueva temporada de Game of Thrones”.

Piensa en un evento interesante, y prográmate a terminar tu pendiente antes de esa fecha; de esa manera tendrás el estrés que efectivamente puede potenciar tu motivación y tu creatividad, pero no estarás en riesgo de sabotear tu trabajo, ni de someter a tu organismo a una presión innecesaria.

O si estás entre las personas que odian recibir órdenes, y que por esa razón te tardas en empezar una tarea que te han impuesto, considera la posibilidad de imprimirle al trabajo tu propio toque. No es necesario que te desvíes demasiado de las características del producto final, simplemente incluye la creatividad necesaria para que esto que realices, exprese por sí mismo tu esencia diferenciadora.

Aprópiate del proceso y del producto final al darle “tu toque”. Esta es, de hecho, una manera muy buena de generar cosas excepcionales.

Finalmente, se me ocurre una idea super loca: ¿has considerado pedir ayuda? Si sientes que el trabajo que tienes que realizar excede a tus herramientas personales, puede ser bastantes gentil contigo y por demás prudente, solicitar el apoyo de tu equipo, o de personas que tengan experiencia en este tipo de trabajo, o replantear los términos del proyecto.

Reconocer las propias limitaciones implica más un acto de fortaleza y planeación estratégica, que poner en evidencia tus áreas de oportunidad.

Así que estas son algunas estrategias en contra de la procrastinación, pero ni remotamente son todas las que hay.

¿Cuáles son las que se te ocurren a ti y que ya te han funcionado?

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